El Espíritu del Cuerpo

lunes, 11 de mayo de 2009

Los siguientes principios deben ser observados por una fuerza ¡nvasora: cuanto más se penetra en un país, mayor será la solidaridad de las tropas de uno y los defensores no podrán vencer. Se deben hacer incursiones en los territorios fértiles, a fin de proveer con comida al ejército. Hay que estudiar cuidadosamente el bienestar de los hombres propios y no sobrecargarlos. Hay que concentrarse en el enemigo y conservar la fuerza propia. Mantener al ejército propio constantemente en movimiento, y crear planes insondables. Enviando a los soldados propios a posiciones de las que no hay escape, preferirán la muerte a huir. Si enfrentan la muerte, no hay nada que no puedan lograr. Los oficiales y los hombres por igual ejercerán su máxima fuerza. Cuando los soldados están en aprietos desesperados, pierden el sentido del miedo. Cuando no hay lugar donde refugiarse, permanecen firmes. Si se hallan en territorio hostil, muestran un frente empecinado. Si no hay salida, combatirán fuertemente. Así, sin esperar a ser dirigidos, los soldados lucharán donde no hay ventaja en el detenerse. Por lo tanto, la estrategia es: protección sin pensarlo de antemano, obtener logros sin tener que pedirlo, acometimiento sin contratos, confianza sin impartir órdenes. Se deben prohibir los augurios y descartar las dudas, de manera que la desesperación no tenga lugar. Si los soldados no tienen muchas riquezas no es porque desdeñen los recursos; si sus vidas no son muy largas no es porque desdeñen la longevidad. El día en el que se les ordena salir a la batalla, los soldados pueden llorar; algunos se sientan mojando sus ropas con lágrimas y a otros les caen por las mejillas. Pero una vez que salen a combatir muestran el coraje de un Chu o un Knei . Cuando el táctico hábil ejecuta una estrategia, se lo puede comparar a la shui-jan. Ahora, la shui-jan es una serpiente que se encuentra en las montañas Chung. Si se le golpea la cabeza, ataca con la cola; si se golpea su cola, ataca con la cabeza; si se le golpea en el medio, ataca con la cabeza y la cola. Si se me pregunta si se puede lograr que un ejército imite a la shui-jan. respondería que sí. Porque los hombres de Wu y los hombres de Yueh son enemigos. Sin embargo, cuando están cruzando un río en el mismo Pote y los sorprende una tormenta. se ayudarán los unos a los otros así como la mano izquierda ayuda a la derecha. Por eso no es suficiente poner la confianza en caballos en equipo, ni en las ruedas del carro hundidas en el suelo. El Tao por el cual se lleva a un ejército consiste en establecer un nivel de coraje en el que todos actúan como si fueran uno solo. ¿Cómo lograr que tanto los fuertes como los débiles tengan éxito?: eso es cuestión de involucrar el uso adecuado del terreno. Así es que el general hábil conduce a su ejército como si estuviera dirigiendo a un solo hombre hasta que no queda nada por ganar. La tarea de quienes dirigen el ejército es el secreto mediante el silencio, y mantener el orden siendo correctos y justos. Debe ser capaz de embotar los ojos y los oídos de sus oficiales por medio de informes y apariencias falsas para mantenerlos desinformados. Debe alterar su trabajo y ajustar el plan como para que los demás no puedan discernir. Se altera la posición del campamento y se toman rutas sinuosas para que el enemigo no pueda calcular. El líder de un ejército en el momento crítico actúa como quien ha escalado una altura y entonces patea la escalera tras él. Lleva a sus hombres hasta territorio hostil y lanza una flecha. Quema sus naves y rompe sus utensilios de cocina; como un pastor llevando un rebaño de ovejas, conduce a sus hombres aquí y allá, y nadie conoce hacia dónde van. Reunir a la totalidad de la fuerza y lanzarla al frente de manera formidable: éste es el Trabajo del Líder de la Fuerza.

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