Ignorar los cuatro o los cinco principios no es beneficioso para el príncipe militar. La capacidad de un príncipe militar reside en atacar a un país poderoso, evitando la concentración de las fuerzas del enemigo. Impone un enorme temor reverencial a sus oponentes, y evita que los aliados de éstos se unan contra él. De ahí que no se esfuerce por aliarse con todo el mundo ni fomente el poder de todo el mundo. Lleva a cabo sus propios designios secretos, manteniendo atemorizados a sus antagonistas. De esta forma es capaz de capturar sus ciudades y derrocar sus reinos. Si se confieren recompensas sin atenerse a la regla, si se emiten órdenes sin atenerse a los arreglos previos, no se podrá manejar a todo un ejército como si se tratara de un solo hombre. Se debe confrontar a los soldados con los hechos mismos, nunca dejar que conozcan el designio. Se los debe llevar a alcanzar la ventajas, pero jamás discutir las desventajas. Enviando al ejercito a una situación de peligro, sobrevivirá; si se lo lanza a situaciones desesperadas, saldrá de ellas a salvo. Es precisamente cuando una fuerza ha caído en desventaja que se torna capaz de dar un golpe que produce la victoria. El éxito en la guerra se gana acomodándose cuidadosamente a sí mismo a los propósitos del enemigo. Colgándose persistentemente del flanco del enemigo, a la larga se tendrá éxito en matar al comandante en jefe. Esto se llama la capacidad para realizar una cosa mediante la pura astucia. El día que se toma el mando, se deben bloquear los pasos de fronteras y detener el paso de totlos los emisarios. Se debe ser austero en la sala del consejo de manera tal de poder controlar la situación. Si el enemigo deja abierta la puerta, hay que entrar rápidamente. Hay que anticiparse al enemigo capturando lo que estima profundamente, y calcular sutilmente el momento de su arribo al terreno. Caminar por el sendero definido por la regla y acomodarse al enemigo hasta que se pueda librar una batalla decisiva. Al comienzo, entonces, exhibir la timidez de una doncella hasta que el enemigo dé una apertura. Luego, imitar la rapidez de una liebre a la carrera y así le será muy tarde al enemigo para oponerse.
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